Como sociedad, cada vez estamos más concienciados respecto a los problemas de salud que pueden derivarse del ruido. Se han hecho campañas de información y se han creado leyes. Ahora mismo, es obligatorio que las empresas aporten materiales de protección a sus trabajadores o que ciertos artilugios electrónicos, como los móviles, te adviertan de que estás poniendo un volumen excesivamente alto. Todos hemos escuchado (y con razón) que no hay que utilizar los auriculares a un volumen elevado pero esto ha llevado a una confusión que solemos observar los audiólogos. Muchas veces nos preguntan si llevar audífonos puede dañar el oído ya que los confunden conceptualmente con los auriculares. La respuesta rotunda es no ya que sus usuarios son totalmente diferentes y sus funciones no son las mismas.

La sobreestimulación de un oído sano

En sí, el exceso de ruido puede causar múltiples problemas auditivos, desde pérdidas a acúfenos. De ahí la mala fama de los auriculares pero hay que aclarar que la clave de la anterior frase está en la palabra “exceso”. Cualquier persona puede utilizar auriculares (o exponerse a ruido) siempre que el volumen no sea superior a los 80-85 decibelios. A partir de esas cifras, el sonido en general puede ser perjudicial para un oído sano. ¿Y por qué es perjudicial? Dicho de un modo sencillo, estamos sobre estimulando nuestros oídos, haciendo que se desgasten con más velocidad. Dicho de otro modo, el estímulo que reciben es muy superior al que necesitan para oír normalmente. Y ahí radica la clave de todo este asunto.

La estimulación de un oído dañado

Una persona con pérdida auditiva empieza a oír a un volumen más elevado que una persona sin ningún problema auditivo. Las células de su oído reaccionan mucho más tarde, se estimulan a un volumen más elevado. De ahí que la persona con pérdida auditiva no escuche correctamente. Los audífonos buscan salvar esta diferencia de reacción y, por lo tanto, no sobre estimulan el oído. Simplemente lo estimulan para que podamos oír. Probablemente, esta diferencia quede mucho más clara con un ejemplo.

Una pequeña comparativa

Consideramos que una persona está auditivamente sana cuando empieza a oír los sonidos que se encuentran alrededor de los 25 decibelios. Para esta persona, un sonido de 85 decibelios ya empieza a no ser saludable. En ese punto, el oído está siendo sobre estimulado, con el subsiguiente desgaste excesivo de sus células. Nada más y nada menos que 60 decibelios después de empezar a escuchar. Por otro lado, pongamos como ejemplo una persona con una pérdida con la que no empieza a escuchar hasta los 90 decibelios. Dicho de un modo simple, esos 90 decibelios son los 25 decibelios de la persona sana. Es donde las células de su oído empiezan a reaccionar. Si antes hablábamos de una diferencia de 60 decibelios, ¡imagínate lo elevado que debería ser el volumen del audífono para pasar a sobre estimular y desgastar las células de su oído!

Esperamos que con esta explicación hayamos aclarado la pregunta que da título a este post. En Claso, te aseguramos que los audífonos no deberían causar ningún daño a tu audición. De hecho, permiten que las células de tus oídos sigan estando estimuladas y, de esta manera, evitar que se atrofien por la falta de actividad. En Claso, hacemos que tus oídos vayan al gimnasio para que sigan manteniéndose en forma.