Los niños viven rodeados de estímulos. Se distraen por cualquier cosa, desde lo que ocurre a su alrededor hasta por sus propios pensamientos. Conseguir la atención de un niño es realmente complicado sobre todo en los más pequeños, a los que no les vas a poder pedir que levanten la mano a la hora de hacer una audiometría. Un niño ni siquiera te va a comunicar (ya sea por desconocimiento o por incapacidad) el problema de audición que sufre y si esto va acompañado de otros signos que pudieran relacionarse con una patología que estuviese provocando la hipoacusia.

Por todas estas razones entre otras las audiometrías infantiles no se hacen de la misma manera que se hacen normalmente en adultos, debemos adaptar la audiometría a la edad del paciente o al nivel cognitivo del mismo para que lo perciba como si fuera algo divertido, como si de un juego se tratase. Para hacer este tipo de audiometrías no vale un audiólogo cualquiera y en cualquier cabina, sino uno experto en pediatría en un centro adaptado para ello, como por ejemplo nuestro centro en calle Girona.

A continuación te explicaremos las diferentes técnicas que se llevan a cabo para hacer una audiometría infantil:

Audiometría por observación de la conducta

Esta audiometría se basa en observar el comportamiento del niño al percibir estímulos sonoros externos. Nos aporta cifras aproximadas del umbral de audición del niño. Para ello, necesitamos utilizar instrumentos calibrados, de esta manera conseguimos los resultados más fiables y precisos posibles. Esta prueba se realiza principalmente en bebés de 0 a 6 meses de edad.

Audiometría con refuerzo visual (Suzuki)

Con esta prueba es necesaria la participación del niño, de tal manera que la percibirá como si fuera un juego. Necesitaremos que relacione el estímulo sonoro que le transmitiremos acompañado de estímulo visual como por ejemplo un muñeco que se mueve y hace luces, de tal forma que cuando perciba el sonoro dirija la mirada hacia el visual. A partir de aquí solo hace falta ir bajando el volumen y en cuanto disparemos un sonido y el niño no se gire hacia el robot, podremos estar seguros de que no percibe esa frecuencia o ese volumen. Esta prueba se hace mayormente en niños de 6 meses hasta los 3 años.

Audiometría con Peep-Show

Esta prueba consiste en recibir respuestas voluntarias por parte del niño frente a un estímulo sonoro que se transmitirá por unos auriculares o por un vibrador óseo. Utilizaremos una pantalla o un teatrillo que solo se activa si, a la vez de que el niño utilice la palanca o botón, el audiólogo lo permite gracias a un pulsador que debe mantener apretado. Mientras el tono suena, el audiólogo mantiene pulsado el botón de control del peep-show y observa si el niño acciona su palanca o botón, indicando de esta manera que ha escuchado el tono. Esta prueba se utiliza en niños de 2 a 4 años.

Audiometría por acondicionamiento lúdico

Se realiza a través de juegos sencillos como lanzar pelotas a un cubo o pasar bolas en un ábaco. El niño deberá identificar el estímulo sonoro y posteriormente deberá realizar la acción esperada según la regla establecida para el juego, como por ejemplo devolvernos la pelota que le hemos pasado anteriormente. Esta prueba la realizamos en niños de 2 a 5 años.

A partir de los 5 años los niños generalmente ya tendrían la capacidad de poder hacer una audiometría convencional.

Os hemos presentado las que son las audiometrías más comunes, las que probablemente te encuentres al tomar la decisión de evaluar la audición de tu pequeño en un centro auditivo, pero todas tienen un mismo objetivo: saber con la mayor precisión posible el estado de audición de un niño.

Una vez llegados al final de esta publicación queremos recordarte que la audición es un factor de vital importancia para el aprendizaje y desarrollo del lenguaje en una etapa tan importante como es la niñez. Si actuamos con rapidez, el bebé podrá familiarizarse más fácilmente con los audífonos pudiendo crear su propia memoria auditiva, evitando así un retraso en su desarrollo. Por ello los padres ocupan el importante papel de llevar a cabo todo este proceso lo antes posible, así que desde aquí te animamos a que no tengas miedo a llevar a tu hijo al audiólogo.